"El Sur no olvida"
Fragmento desde la voz de un viejo miliciano federal en General Lavalle
No era tierra de cobardes, esa. El Rincón de Ajó —aunque aún lo llamábamos Monsalvo, como en los viejos tiempos— olía a yodo, a cuero curtido y a pólvora seca. Por esas costas barrosas intentaban escurrirse los unitarios, los señores de levita que nunca supieron lo que era empuñar un rebenque bajo el sol de enero.
Nosotros sí sabíamos. Nosotros éramos los hijos de la tierra, los que la regamos con sudor y sangre para que no la vendieran al extranjero. Porque eso eran, al fin y al cabo, esos “Libres del Sur”: libres para traicionar, para pactar con los ingleses, para matar criollos con sonrisa de salón.
Juan Manuel de Rosas nos enseñó a no agachar la cabeza. A querer la patria entera, no esa república para unos pocos que dibujaban en papeles importados. Nos dio orden, nos dio ley. Con su mirada dura y su poncho rojo, nos recordó que ser argentino no era un lujo de escritorio: era un deber de campo, de lanza y de honor.
El Rincón de Ajó, sí, fue guarida de ellos por un tiempo. Se escondían en los bañados, disfrazados de gauchos, rogando por una balsa o un barco rumbo a Montevideo. ¡Montevideo! Esa cueva de conspiradores, donde se servía el café con oro inglés y se brindaba por la muerte del Restaurador.
Pero aquí no olvidamos.
Los rastros de sus caballos eran leídos como cartas por nuestros baqueanos. Cuando se ocultaban, la tierra misma los delataba. Y cuando los encontrábamos, la justicia era pronta y criolla: sin alardes, sin discursos, con el filo de la verdad que carga el cuchillo de un soldado federal.
Hoy el viento sopla igual que entonces. Y si uno afina el oído, puede oír entre los juncos el eco de aquellos días: los gritos de los traidores, el galope del escuadrón, la voz del Restaurador flameando en los estandartes como una sombra que todavía vigila.
Porque el sur no olvida. Y nosotros, los federales, tampoco.
Por Ariel Agustín Quiroz
Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas del Partido de la Costa.
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