La Batalla de Rincón de Valladares (1827).
La Batalla de Rincón de Valladares, ocurrida el 6 de julio de 1827 en las afueras de Tucumán, no fue simplemente un enfrentamiento militar entre dos caudillos: fue un capítulo más en la lucha profunda entre dos proyectos de país. De un lado, las aspiraciones centralistas, extranjerizantes y elitistas del unitarismo porteño, encarnadas en el gobernador Lamadrid, sostenido por el presidente Bernardino Rivadavia y la oligarquía porteña. Del otro, la resistencia federal, popular y provinciana, encabezada por el caudillo riojano Facundo Quiroga, acompañado por el bravo santiagueño Juan Felipe Ibarra.
El combate, que parecía favorable al principio para la caballería unitaria, terminó con una contundente victoria federal gracias a la firmeza de la infantería dirigida por el coronel Bargas y a la estrategia de Quiroga, que supo esperar el momento justo para lanzar su reserva. La derrota de Lamadrid no fue sólo militar: fue política y simbólica. El proyecto de una república unitaria impuesta a sangre y fuego desde Buenos Aires recibía otro golpe, esta vez en tierras norteñas.
Esta batalla, olvidada o minimizada por la historiografía liberal, marcó el final de la primera fase de las guerras civiles argentinas, en la que las provincias resistían con sus propias fuerzas las imposiciones del poder central. A partir de entonces, las guerras serían más extensas, más sangrientas, pero también más definitorias.
La represión posterior de Quiroga sobre los oficiales enemigos no puede ser analizada con ojos ingenuos ni puramente morales: eran tiempos de guerra civil, y cada paso del caudillo debía afirmarse frente a un enemigo que no dudaba en usar los recursos del Estado nacional para aplastar la voluntad de los pueblos del interior.
La historia oficial, escrita por los vencedores unitarios, intentó siempre reducir a los caudillos federales a bandidos o montoneros sin ideas. Pero detrás de Facundo Quiroga se alzaba el clamor de las provincias, la defensa de los derechos locales, la soberanía regional y la justicia social. La batalla de Rincón de Valladares fue, entonces, una victoria del interior profundo contra el centralismo ilustrado, una afirmación de que el pueblo también puede empuñar el fusil en defensa de su destino.
Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas.
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