"Memorias de un Soldado Federal"
Por un viejo veterano de la Confederación Argentina.
El sol caía rojo sobre la llanura, como la sangre que alguna vez empapó estas tierras. Me llamo Pedro Duarte, y aunque mis huesos crujen y mi pulso ya no sostiene el fusil, mi corazón late con la fuerza de antaño cuando nombro a ese hombre: Juan Manuel de Rosas.
Fui soldado federal. Serví bajo la divisa punzó, con orgullo y sin arrepentimiento. Era apenas un mozo cuando el Restaurador me dio su confianza, y con él aprendí que la patria no se negocia, que la soberanía no se entrega, y que los hombres se hacen en la lucha.
Lo vi cabalgar entre nosotros, altivo, con mirada firme. No era un tirano, como dicen los libros de los porteños traidores. Era un padre severo, sí, pero justo. Quería una Argentina libre, sin cadenas extranjeras, sin dictados de Londres ni mandatos de París.
Defendimos el orden federal contra los unitarios que soñaban con entregarnos al extranjero. Estuve en la Vuelta de Obligado, donde los cañones improvisados tronaron contra la flota anglo-francesa. Éramos pocos, mal armados, pero teníamos el alma de patria.
Muchos murieron a mi lado, hermanos de tierra y de causa. Yo sobreviví, quizás para contar esta historia, para que no se olvide quién fue Rosas y qué hicimos los que creímos en él.
Hoy, viejo y cansado, aún llevo la divisa roja atada al corazón. Cuando los jóvenes me miran con curiosidad, les hablo del Restaurador, del gaucho que puso freno al despojo, del caudillo que entendía al pueblo. Y les digo que el suelo que pisan fue regado con la sangre de los que no se rindieron.
Juan Manuel de Rosas no fue perfecto, pero fue nuestro. Y yo un viejo soldado federal, me inclino ante su memoria como se inclina uno ante la bandera: con respeto, con honor y con gratitud.
Por Ariel Agustín Quiroz
Instituto de Investigación Histórica Juan Manuel de Rosas del Partido de la Costa
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