La Fuga del Tuyú
El viento azotaba las dunas de la costa del Tuyú con fuerza implacable. Las olas rompían contra la orilla mientras una línea de jinetes se abría paso entre los pajonales húmedos, dejando tras de sí el eco de una derrota reciente. Eran los últimos sobrevivientes de la rebelión de los Libres del Sur, estancieros y soldados rurales que, apenas unas jornadas atrás, habían apostado todo a una causa ya perdida.
La batalla de Chascomús había sido breve y decisiva. Las fuerzas federales, comandadas por Prudencio Rosas y Nicolás Granada, habían derrotado la resistencia improvisada de los sublevados. La promesa de apoyo por parte del General Lavalle no se había cumplido. El esperado desembarco en la costa del Tuyú nunca sucedió. El general había virado rumbo al norte, hacia Entre Ríos, dejando a los rebeldes a merced del ejército federal.
Agotados y sin ruta clara, los fugitivos se dirigieron hacia la Costa. Desde las alturas de los médanos divisaron, en la distancia, los mástiles de navíos franceses bloqueando el Río de la Plata. Aquellos barcos, parte de la intervención anglo-francesa, ofrecían una última esperanza. Conscientes de que su captura significaría la ejecución inmediata, los hombres aceleraron su marcha hacia la costa.
Las embarcaciones menores fueron avistadas antes del amanecer. Barcas y botes auxiliares lanzados desde el bergantín fondeado mar adentro comenzaron a aproximarse. En medio de la confusión del embarque, algunos corrieron con desesperación hacia las olas, mientras otros protegían la retirada con lo poco que quedaba de sus armas y municiones. El cielo comenzaba a clarear, iluminando una escena de exilio más que de victoria.
Uno a uno, los hombres fueron subiendo a las lanchas. Algunos miraban hacia la costa, donde ya se perfilaban siluetas de soldados federales entre la niebla. La fuga se completó justo antes de que la línea de Federales alcanzara la playa. Las velas se izaron, y el bergantín francés giró lentamente hacia mar abierto.
Atrás quedaban las estancias y los campos confiscados y los muertos sin sepultura. El proyecto de una república sin Rosas, sin terror ni degüellos, quedaba postergado una vez más. La historia de los Libres del Sur no sería contada como una gesta, sino como una huida. Pero en aquella retirada quedaba también el germen de una resistencia futura.
Mientras el buque desaparecía entre la bruma, el Tuyú volvía al silencio. Solo el viento, como único testigo, conservaba la memoria de lo ocurrido en aquella costa olvidada por los unitarios y recuperada por los Federales.
Por Ariel Agustín Quiroz
Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas del Partido de la Costa.
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