Qué se bailaba en la época de Rosas?

¿Qué se bailaba en la época de Rosas?

Una mirada histórica y folklórica entre 1830 y 1852

La figura de Juan Manuel de Rosas, estanciero, federal y caudillo, domina políticamente la Argentina entre 1829 y 1852. Este extenso período de gobierno es también una época de gran riqueza cultural: las danzas populares, los atuendos criollos y las costumbres de la campaña consolidan su identidad, y muchos de los elementos que hoy consideramos “tradicionales” tienen allí su verdadera raíz.

Danzas del pueblo: Cielito, Gato, Malambo, Pericón y más

Durante el rosismo, los bailes populares no eran ni los minué ni las contradanzas afrancesadas, propias de las élites virreinales, sino las que el pueblo criollo había apropiado y transformado a su modo.

Los bailes que predominaban en las pulperías, en los patios, en los toldos y hasta en los salones federales eran:

El Cielito: una danza patriótica por excelencia, de origen colonial pero profundamente resignificada durante el gobierno de Rosas. Era habitual que se cantaran cielitos con contenido político, en alabanza al Restaurador o en tono federal. Es la danza que mejor expresa el espíritu de la época.

El Pericón antiguo: derivado del cielito, con movimientos grupales más elaborados. Es el gran baile colectivo del pueblo, con figuras que representan la unión, el orden y la tradición.

El Gato: alegre, vivaz y picaresco, ya difundido ampliamente en el territorio nacional. Llega desde la zona andina y se vuelve inseparable del repertorio criollo.

El Malambo: danza masculina de zapateo, desafío y destreza. El gaucho la utiliza para lucirse, y aunque no es “de salón”, es respetada por su dificultad y potencia.

El Candombe: aunque asociado principalmente a los afrodescendientes, también era conocido en Buenos Aires por los criollos. En tiempos de Rosas, los negros libres y esclavos organizaban “tangos” o “tambos” para reunirse y bailar, especialmente en fechas como el 6 de enero (Día de Reyes).

Además de estas, en ciertos círculos urbanos con influencia europea seguían bailándose contradanzas, vals, mazurcas o polcas, pero ya se notaba una marcada preferencia por las formas criollas, especialmente entre los federales y la campaña.

El atuendo en tiempos del Restaurador

Al igual que con las danzas, la vestimenta del período de Rosas no coincide con los estereotipos escolares del 25 de mayo. En los años 1830-1850, las grandes peinetas, los miriñaques y los colores brillantes del romanticismo europeo ya empezaban a aparecer, pero en Buenos Aires y en las clases acomodadas.

Sin embargo, el atuendo del criollo federal, tanto hombre como mujer, seguía respondiendo a códigos rurales:

El gaucho vestía chiripá, camisa amplia, faja roja, botas de potro, poncho (muchas veces punzó) y sombrero o gorra. Portaba cuchillo y usaba el poncho como abrigo y símbolo de identidad.

La mujer del pueblo usaba ropa de lienzo o algodón, con blusa, falda ancha, mantón o pañuelo, y escasos adornos. En ocasiones festivas se engalanaban con flores, cintas y alhajas criollas.

En el ámbito urbano de clase alta, especialmente en Buenos Aires, ya comenzaban a verse influencias románticas y europeas en los cortes, los sombreros y los géneros. Pero aún convivían con la estética criolla y federal.

El baile como identidad política

En tiempos de Rosas, bailar no era un simple acto recreativo, sino una expresión de identidad social y política. En las fiestas públicas, las celebraciones patrióticas, las tertulias y hasta en los campamentos de frontera, se bailaban cielitos y pericones como muestra de pertenencia federal. Las letras de los cielitos solían estar cargadas de contenido político: alabanzas al Restaurador, al escudo federal, a la causa del pueblo.

Rosas mismo, como estanciero de San Miguel del Monte y Palermo, valoraba las tradiciones criollas, y los bailes eran parte de su mundo. En las reuniones del campo, en los actos cívicos o en las celebraciones militares, el pueblo se expresaba bailando, cantando y zapateando, con fuerte sentido de pertenencia.

Así como 1810 marcó el nacimiento del ideario independentista, la época de Rosas consolidó el alma criolla del pueblo argentino. Las danzas que se bailaban entre 1830 y 1852 no eran simples entretenimientos: eran actos de afirmación nacional. El cielito, el malambo, el pericón y el gato no solo expresaban alegría o destreza, sino también pertenencia, resistencia, identidad.

Bailar en la época de Rosas era celebrar lo propio, lo nuestro, lo criollo.

Por Ariel Agustín Quiroz 
Revisionista Rosita de la Historia Argentina 

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