Reseña Histórica de Manuelita Rosas
Por Ariel Agustín Quiroz del Instituto de Investigación Histórica Juan Manuel de Rosas del Partido de la Costa
Manuela Rosas, conocida popularmente como Manuelita, fue una figura emblemática de la historia argentina del siglo XIX. Nació el 24 de mayo de 1817 en Buenos Aires, hija de Juan Manuel de Rosas y Encarnación Ezcurra. Creció en el seno de una familia profundamente vinculada al poder político, y desde joven mostró inteligencia, carisma y una gran capacidad para las relaciones sociales.
Durante el largo gobierno de su padre, Manuelita desempeñó un papel fundamental como anfitriona oficial de la Confederación Argentina, actuando como embajadora informal y primera dama. Su rol fue mucho más que ceremonial: medió en situaciones diplomáticas, recibió a representantes extranjeros y se convirtió en una figura muy querida por el pueblo y respetada incluso por los opositores al régimen.
Manuelita era admirada por su belleza, su amabilidad y su actitud conciliadora, lo que la llevó a convertirse en un símbolo del federalismo moderado. Representaba el lado más humano del gobierno de Rosas, en contraste con el autoritarismo que caracterizaba su mandato. Muchos la veían como una esperanza de renovación política dentro del régimen.
Tras la caída de Rosas en la batalla de Caseros (1852), Manuelita lo acompañó al exilio en Inglaterra, donde cuidó de su padre hasta su muerte en 1877. Años después, se casó con Máximo Terrero y vivió en Europa hasta su regreso a la Argentina ya en la vejez. Falleció en Buenos Aires el 17 de septiembre de 1898.
Hoy, desde el Instituto de Investigación Histórica Juan Manuel de Rosas del Partido de la Costa, recordamos a Manuelita Rosas como una mujer que, en tiempos de grandes conflictos, supo abrir caminos de diálogo y representar con dignidad a la Nación Argentina. Su figura encarna el compromiso, la sensibilidad política y el legado del federalismo desde una mirada femenina y popular.
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