HISTÓRICA SOBRE EL ORIGEN DEL PARTIDO DE GENERAL LAVALLE Y EL RINCÓN DE AJÓ
Avanzando en la historia de nuestra región, es imposible soslayar el papel que tuvo el antiguo Rincón de Ajó en el proceso de consolidación territorial de la Provincia de Buenos Aires durante el siglo XIX. A raíz de la represión de la Revolución de los Hacendados del Sur, y con el propósito de ejercer un mejor control sobre la extensa campaña bonaerense, el gobernador Juan Manuel de Rosas dispuso, el 25 de diciembre de 1839, la división administrativa de los partidos de Dolores y Monsalvo. De esta reorganización territorial emergieron nuevos distritos, entre ellos el Partido de Ajó, junto con los de Mar Chiquita, Tuyú y Lobería.
Años más tarde, por Ley del 19 de octubre de 1891, el Partido de Ajó fue rebautizado con el nombre de General Lavalle, en homenaje al jefe unitario Juan Lavalle, una figura de fuerte carga simbólica para ciertos sectores del liberalismo argentino. En el decreto de creación se establecía que el partido “empezaría por el Rincón de Ajó, formado por el arroyo de Ajó y el mar, hasta enfrentar la estancia del finado Don Joaquín Suárez, denominada ‘Manantiales’, situada en el actual partido de General Madariaga”.
Este cambio de denominación reflejaba una reivindicación histórica de los descendientes de soldados de Lavalle, entre ellos familias como los Real de Azúa, Cobo, Gibson, Leloir y Girado, cuyos apellidos figuran en los primeros padrones y documentos municipales de la región. Entre los pioneros que contribuyeron al desarrollo del incipiente pueblo podemos mencionar a Martín Teodoro Campos, Victoria Paso e Isidro Román Fulco, quienes iniciaron las gestiones para su trazado urbano.
El primer Juez de Paz fue Juan Crisóstomo Girado, mientras que el primer Concejo Municipal quedó conformado en 1856 por Tomás Gibson, Federico Leloir, José María Suárez, Rafael Nazar, y como suplentes Raimundo Munita y Bartolo Molinari. Más tarde, por decreto del 8 de febrero de 1864, el gobernador Mariano Saavedra dispuso la fundación oficial del pueblo de General Lavalle, ubicado sobre la margen derecha del arroyo Ajó.
Este arroyo ofrecía condiciones naturales propicias para la navegación y el comercio, lo cual permitió que hacia 1880 el puerto de General Lavalle se convirtiera en el tercero en importancia del país, después de Buenos Aires y Rosario.
La vida social del pueblo giraba en torno a sus esquinas emblemáticas, como la de Don Pedro Picardo —cercana al actual Puente del Obispo—, donde funcionaba un almacén de ramos generales, pulpería y centro de actividades tradicionales como carreras de caballos, juegos de taba y paleta. También se destacaban otras esquinas históricas: la Esquina del Tuyú, la Colorada y la de Crotto. En 1870 fue habilitada la Iglesia Parroquia de Ajó, y su primer párroco fue Pablo Ballester.
Uno de los motores económicos fundamentales de la región fueron los saladeros, actividad iniciada en Buenos Aires hacia 1810 por los ingleses Roberto Staples y Juan Mc Neile, y desarrollada por figuras como Juan Manuel de Rosas, Juan Terrero y Luis Dorrego, quienes fundaron el saladero Las Higueritas en Quilmes en 1815. En la región de Ajó, hacia 1844 ya funcionaban las graserías de la familia Gibson, y en la isla del Bonete se faenaban ovejas y se exportaba grasa para el mercado atlántico.
El proceso industrial del tasajo, carne salada y secada al sol, era destinado principalmente al mercado esclavista del Brasil y Cuba, y empleaba mano de obra asalariada en tareas específicas como el desposte, salado, apilado y secado, consolidando así la economía rural exportadora de la región.
Está documentación forma parte del compromiso del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas del Partido de La Costa por preservar, investigar y difundir los orígenes y transformaciones de nuestro territorio, en diálogo con el pasado y sus protagonistas, desde una mirada crítica, integradora y soberana.
Por Ariel Agustín Quiroz
Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas del Partido de La Costa
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