martes, 20 de julio de 2021

Cuando Urquiza quedó sin ejército

 

Cuando Urquiza quedó sin ejército

La guerra de “La Triple Alianza” marcó a fuego una división más en estas tierras. Muchos federales y hombres del interior se opusieron a ella. Uno de los que rechazaba esa guerra fue Ricardo López Jordán desde el mismo momento en que Urquiza ordenara la convocatoria a reclutamiento de “voluntarios”.
Según Ramón Cárcamo, en una breve carta enviada a Urquiza, Ricardo López Jordán expuso: “Usted nos llama para combatir al Paraguay. Nunca general. Ese pueblo es nuestro amigo. Llámenos a pelear a porteños y brasileros. Estamos pronto. Esos son nuestros enemigos. Oímos todavía los cañones de Paysandú. Estoy seguro del verdadero sentimiento del pueblo entrerriano”. Esto también es afirmado por Fermín Chávez en su obra “Vida y muerte de López Jordán”.
Fueron muchísimos los que se opusieron a esa guerra infame y por la cual todavía estamos en deuda con los hermanos paraguayos. Entre estos podemos citar a José Hernández y Juan Bautista Alberdi.
En nuestra entrega anterior expusimos un antecedente de esta guerra lamentable y criminal. Ese antecedente fue la tercera heroica defensa de Paysandú. El apoyo que el gobierno paraguayo quiso dar a los valientes sanduceros, fue la excusa ideal para los colorados orientales, los mitristas argentinos y los gobernantes del imperio luso brasileño.
Por otra parte, también los “voluntarios” (que para nada lo eran), se revelaban en Entre Ríos, Corrientes, Catamarca, San Juan y casi todas las provincias del interior. Hay que recordar que en este contexto se produjo la rebelión de batallones enteros. Para los entrerrianos, los desbandes de Basualdo y de Toledo, zonas relativamente cercanas a nuestro Chajarí, no pueden ser dejados de lado.
En Riachuelo, el 11 de junio de 1865, Paraguay sufrió una terrible derrota. La denominada Batalla del Riachuelo (frente a la ciudad de Corrientes) fue una de las más importantes y decisivas batallas de la Guerra de la Triple Alianza, además es considerada como la batalla naval más grande ocurrida en América. Se produjo poco después de la invasión paraguaya a Corrientes. La victoria de la Marina de Brasil sobre la escuadra paraguaya determinó el aislamiento definitivo del Paraguay, imposibilitado desde entonces hasta el fin de la guerra de comunicarse por el río Paraná con ninguna nación que no fuera enemiga.
Tras esa batalla Mitre se dirigió a Concordia para, desde allí, dirigir las operaciones. El 24 de junio ordenó a Urquiza, quien estaba con su ejército en Basualdo, que avanzase sobre el río Corrientes a fin de no perder contacto con los paraguayos.
El 3 de julio Urquiza va a entrevistar a Mitre. Los entrerrianos, que sin ganas habían obedecido a su general, calcularon que Urquiza los abandonaba y hallaron en ello una excusa para evitar la pelea contra sus hermanos paraguayos. Se afirma que los jefes (Ricardo López Jordán, Manuel Caraballo, Manuel Navarro y Domingo Hereñú) trataron de frenar la desbandada, pero fue inútil. Urquiza se enteró de los hechos y llegó lo más rápido posible a Basualdo, pero era tarde: más de 3.000 entrerrianos habían abandonado el campamento.
La autoridad de Urquiza aún era grande, pero no pudo detener el desbande que seguiría produciéndose en las noches siguientes. El 7 de julio, viendo que su autoridad era puesta en tela de juicio, licenció a todo el campamento.
Realizó después una nueva convocatoria en el Yuquerí, pero la tarea no era sencilla. El 31 de julio López Jordán escribió que “la gente se reunirá donde V. E. ordene, pero no quieren ir para arriba (hacia Paraguay)”. Por su parte, el coronel Juan Luis González precisó en septiembre que “si esta marcha no es contra Mitre, ellos (los entrerrianos) no salen de sus departamentos”. De manera que a pesar de lo ordenado por Urquiza, los entrerrianos volvieron a desbandarse. Esta vez el campamento estaba en el Toledo.
Es que después del desbande de Basualdo, Urquiza había vuelto a reunir 6.000 hombres y se asentó en Yuquerí. En los primeros días de noviembre llegó a las márgenes del arroyo Toledo. Allí, la división Gualeguaychú inició el desbande y el mismo continuó.
Los sentimientos de los entrerrianos fueron más fuertes que el poder de Urquiza, quien quedó sin ejército. Era más que evidente que los entrerrianos no querían pelear contra Paraguay. Y esto fue así al punto tal que en Toledo, los entrerrianos se desbandaron estando Urquiza en el lugar, de manera que este desbande fue claramente una rebelión contra Urquiza, quien nada pudo hacer para no quedar solo. Urquiza se enojó y ordenó fusilar a los desertores, pero había que encontrarlos para fusilarlos. Además, ¿quién lo haría? Sólo le quedaba su escolta.
Hubo entrerrianos que se unieron a los paraguayos; otros se refugiaron en territorio oriental.
Urquiza, sin ejército, se recluyó en su palacio de San José. No pudo cumplir tarea militar de valía en la guerra contra Paraguay. Cumplió otra tarea: sus establecimientos proveyeron parte de la carne que los ejércitos aliados consumieron durante esa guerra infame.
Hubieron también en el departamento Federación, productores que se beneficiaron vendiendo carne ovina al ejército de los tres países invasores. Esos productores, según informara el profesor César Manuel Varini, fueron Arcibal Sinclair, James Brown, Walter B. Mc. Nelly y Diego Farquharson. Las ventas se concretaron mediante un contrato firmado en Mandisoví el 23 de diciembre de 1867. Tradiciones familiares indican que los arreos fueron muchos miles de capones, acompañados de carros para levantar las ovejas que se caían por cansancio. Las operaciones fueron altamente lucrativas.

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